Sanación Interior del Miedo

Mons. Uribe Jaramillo

«Estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz sea con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron al ver al Señor. Jesús repitió: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, Yo también os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo, a quien perdonéis los pecados les quedan perdonados, a quienes se los retengáis les quedan retenidos»

Señor Jesús, quiero proclamar tu Señorío, quiero glorificarte porque eres nuestra paz, quiero bendecirte porque Tú eres el único que regalas la paz verdadera. Gracias por la que diste a tus discípulos el día de tu Resurrección, gracias Señor porque en tu bondad quisiste quitar el miedo que había en ellos. «No temáis, les dijiste, la paz sea con vosotros». Apiádate Señor de nosotros, también ahora. Tenemos miedo, Tú lo sabes, mucho miedo, Señor. Destruye con tu paz, con tu amor, con tu serenidad, el miedo que nos domina, el miedo que nos tiene enfermos. Señor, Tú eres nuestro Salvador, Jesús sálvanos del miedo, inúndanos de paz y concédenos la plenitud de tu Espíritu, para que experimentemos el gozo verdadero. Gracias Señor.

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Amuletos y Talismanes – Líbranos del Mal

Otra Enseñanza de la Serie: «Líbranos del Mal»

Los amuletos son objetos a los que se atribuyen el poder de expulsar las energías negativas y así alejar la mala suerte. Los talismanes, en cambio, son objetos a los que se les atribuye un poder mágico para atraer energías positivas y así traer buena suerte.

Todas estas cosas son, en el mejor de los casos, unas supersticiones; pues, en otros casos, podrían ser objetos maleficiados que nos causarían graves problemas.

Muchos jóvenes, que buscan poderes superiores y quieren triunfar en la vida con toda la ilusión de sus años juveniles, buscan el camino fácil del triunfo por medio de estos objetos, fáciles de comprar en tiendas especializadas, poniendo su confianza y su seguridad en estos objetos más que en Dios y en su providencia divina. A veces, aprenden a hacer ciertos rituales mágicos con los cuales también tratan de controlar y aprovechar para sí las fuerzas ocultas.

Por eso, nos dice la Iglesia, con su sabiduría de 2000 años: Todas las prácticas de magia o hechicería mediante las cuales se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo, aunque sea para procurar la salud, son gravemente contrarias a la virtud de la religión. Estas prácticas son más condenables aún, cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible (Cat 2117).

El negocio de los amuletos y talismanes, mueve muchos millones. Se venden toda clase de objetos por correo o en tiendas especializadas. Muchos de ellos representan cosas macabras con calaveras, imágenes satánicas o monstruos, que pueden estar en camisetas, llaveros, ceniceros, collares, sortijas… Lo curioso es que muchos magos hablan de amuletos y talismanes recargables cada cierto tiempo para así tener más ingresos de los incautos clientes. La Nueva Era promueve, especialmente, el uso de cristales y gemas, que, según ellos, son capaces de curar enfermedades y llenar a las personas de energías positivas.

He conocido personas y hasta niños a quienes sus madres habían llevado a magos o chamanes y les habían hecho llevar al cuello alguna piedra o cosas que parecían sin importancia y que, en vez de curarlos, los habían empeorado. ¿Por qué? Porque, si nos metemos en el terreno de nuestro enemigo el diablo, caeremos en las garras de su poder y, después, salir de él será más difícil y más costoso.

Veamos un caso concreto. Alessandra tenía 19 años y se interesó por el esoterismo, cuando tenía 14 años, al apasionarse por los dibujos animados japoneses. Dice:

Me fascinaba la cultura oriental y así empecé a leer revistas de la Nueva Era que parecían satisfacer mi curiosidad. Las historias de los dibujos japoneses y de la Nueva Era tratan temas como la magia y la reencarnación. Pronto me interesé por el tema de los cristales que, según la cultura de la Nueva Era, poseen una energía especial. Me impresionó muchísimo la idea de que estos poderes podían cambiar mi vida. Yo estaba mal en mis estudios y mi mejor amiga me había traicionado.

Empecé a ir a una tienda esotérica, que vendía algunas piedras especiales. Una de éstas me la habían prestado como un potente amuleto capaz de alejar toda la energía negativa. Me recomendaron llevarla siempre conmigo y no dejarla nunca sola. Desde ese momento, parecía que todo iba mejor y yo era realmente feliz y creía que la piedra mágica me daba suerte.

Un día, durante una excursión, perdí el precioso amuleto. Por la noche, cuando volví a casa, me di cuenta de su pérdida y me puse a llorar. Al principio, estaba desesperada. Me sentía perdida sin mi piedra mágica. Empecé a pensar que mi vida se iba a ir a pique y me iban a castigar por haber perdido el amuleto. Estaba aterrorizada. Me imaginaba una especie de demonio que me castigaba. Tenía miedo de que volviera a mi vida toda la energía negativa. Me sentía repentinamente débil. Había perdido mi preciosa aliada, la piedra mágica que me daba fuerzas para vivir.

Poco a poco, me fui rehaciendo. Mi profesora de religión me ayudó a salir de aquella trampa esotérica. Me dijo que tenía que encontrar la verdadera fuerza dentro de mí y que no podía dejarme condicionar por un amuleto de la Nueva Era. Desde ese momento, me sentí más feliz y llena de vida. Volví a casa con el corazón lleno de alegría y sin ningún miedo a las fuerzas negativas. Ahora, creo que fui una estúpida y no comprendo cómo pude caer en una trampa así; pero, cuando uno está solo, se agarra a cualquier cosa, incluso a una piedra.

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Adivinación – Líbranos del Mal

Esta es otra publicación de la Serie: «LIBRANOS DEL MAL»

En cuanto a la adivinación, hay muchas formas de realizarla. Todos conocemos a los videntes que la practican a través de la bola de cristal. Otros adivinan por medio de las cartas (cartomancia) o por medio de las líneas de la mano (quiromancia) o por medio de los sueños (oniromancia), o por la luz de las velas (velomancia) o por el tarot.

Algunos leen el futuro por medio de la borra del café o del té, o por medio de manchas de tinta o de hojas de coca o de las brasas… Hay quienes interpretan el significado de los números según el día del nacimiento o de algún hecho personal para ver el futuro de la persona (numerología). Los chinos utilizan el viejo sistema del I-Ching.

Sobre la adivinación, en general, nos dice el mismo Dios: Que no haya en medio de ti quien se dé a la adivinación ni a la magia ni a hechicerías o encantamientos; ni quien consulte a encantadores ni a espíritus ni a adivinos ni pregunte a los muertos. Es abominación ante Dios cualquiera que esto hace (Det 18, 10-12). No acudan a los que evocan a los muertos ni a los adivinos ni los consulten para no mancharse con su trato…, ni practiquen la adivinación ni la magia (Lev 19, 26.31).

En el Catecismo de la Iglesia católica se dice: Todas las formas de adivinación deben rechazarse, el recurso a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos y otras prácticas, que equivocadamente se supone desvelan el porvenir. La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a mediums…, están en contradicción con el honor y respeto que debemos solamente a Dios (Cat 2116).

Los Padres de la Iglesia, desde los primeros siglos, condenaron estas prácticas de adivinación. Por eso, hay una absoluta incompatibilidad entre la realización de estas prácticas y el ser cristiano. Ni siquiera se pude asistir como meros espectadores, pues no están exentos de los peligros y de la influencia del mal. Hay que evitar a toda costa ir a adivinos, aunque tengan muchas estampas religiosas y digan que trabajan solamente con magia blanca; y no se deben aceptar sus talismanes u objetos que, supuestamente, dan suerte o liberan de daños ajenos.

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Magia – Líbranos del Mal

Este es la tercer entrega de la serie Líbranos del Mal

Por magia podemos entender toda clase de ritos con los que se pretenden canalizar las fuerzas ocultas para conseguir nuestros deseos. Algunos magos hacen rituales mágicos para que uno tenga suerte en sus negocios, para que tenga trabajo, para curar enfermedades o para conseguir a la persona amada. Cuando hacen magia negra para hacer daño, con la ayuda del demonio, se llaman brujos; y adivinos, cuando tratan de conocer el futuro.

En cuanto a la magia, podemos aludir aquí a Harry Potter, un personaje famoso en todo el mundo a través de los libros de la Sra. Rowling, la autora inglesa, que ha fomentado entre los niños, jóvenes y adultos, el mundo de la magia. Harry Potter es un aprendiz de mago que usa su varita mágica para hacer ciertos ritos con su capa de mago. Aparte de que muchas de sus actitudes no son muy éticas, pues pareciera que para hacer el bien se justifican algunos medios no éticos como la mentira, de hecho, la Harrimanía hace que muchas personas, y no sólo niños, se aficionen a este mundo mágico.

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Sanación interior del Sacerdote

Monseñor Alfonso Uribe Jaramillo

Llamados a la Santidad

Demos comienzo a esta reflexión con las palabras de Pedro: «Ceñios los lomos de vuestro espíritu, sed sobrios, poned toda vuestra esperanza en la gracia q’ se os procurará mediante la Revelación de Jesucristo.

Como hijos obedientes, no os amoldéis a las apetencias de antes, del tiempo de vuestra ignorancia, más bien, así como el q’ os ha llamado es Santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta, por que Santo soy yo» (1Pe.1,13-17)

Pablo nos traza el ideal que debemos procurar vivir en el ejercicio de nuestro Sacerdocio Ministerial: » Como cooperadores suyos que somos no recibáis en vano la gracia de Dios. Nos presentamos en todo como Ministros deDios: con mucha constancia en tribulaciones, en fatigas, desvelos, ayunos; en pureza, ciencia, paciencia, bondad; en Espíritu Santo, en caridad sincera, en la palabra de verdad, en el poder de Dios». (2 Cor.6,1-8).

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