Discipulado Extremo 2011

Hola querido hermano:

Si querés participar del Discipulado Extremo en este año 2011, podés hacerlo de dos maneras diferentes:

De modo presencial en Av. Cabildo 3680 1er. piso, los días jueves a partir del 12 de mayo

A través de internet, podrás escuchar las clases y realizar trabajos a través de correo electrónico

Para inscribirte haz click aqui 

Mas información en www.discipuladoextremo.com

Perdonar, perdonar, perdonar… otra vez?

Cuántas personas te han enseñado a cómo perdonar setenta veces, siete veces? Esas son las que repetidamente – a veces setenta veces  en un día! – te dan oportunidades para practicar el perdón.

Este método de aprender la lección del pasaje del Evangelio de hoy NO es divertido. ¡Pero hay una razón por la que Dios lo permite!: Ellos necesitan este gesto de misericordia más que los demás. Y en su gran preocupación de Dios, por ellos, él los pone en NUESTROS caminos. ¡Caramba! gracias Dios, pero ¿no podrías haber escogido a otra persona?

Tales personas están en una necesidad desesperante de amor; ellos (los que nos ofenden) han recibido menos de AMOR que nosotros, y por eso ellos se comportan tan mal. En muchos casos, ellos NUNCA han recibido el verdadero amor; su única experiencia de tal «amor» es realmente la co-dependencia o el control o el condicionamiento.

Lea el texto completo

Las dos caras del amor

P. Raniero Cantalamessa
Primera predicación de Cuaresma

LAS DOS CARAS DEL AMOR: EL EROS Y EL ÁGAPE

1. Las dos caras del amor

Con las predicaciones de esta Cuaresma quisiera seguir en el esfuerzo, comenzado en Adviento, de llevar una pequeña contribución de cara a la reevangelización del occidente secularizado, que constituye en este momento la preocupación principal de toda la Iglesia y en particular del Santo Padre Benedicto XVI.

Hay un ámbito en el que la secularización actúa de modo particularmente difundido y nefasto, y es el ámbito del amor. La secularización del amor consiste en separar el amor humano, en todas sus formas, de Dios, reduciéndolo a algo puramente «profano», donde Dios está «de más» e incluso molesta.

Pero el tema del amor no es importante solo para la evangelización, es decir, en la relación con el mundo; lo es también, y ante todo, para la vida interna de la Iglesia, para la santificación de sus miembros. Es la perspectiva en la que se coloca la encíclica Deus caritas est del Santo Padre Benedicto XVI y en la que nos colocamos también nosotros en estas reflexiones.

El amor sufre una nefasta separación, no sólo en la mentalidad del mundo secularizado, sino también en el lado opuesto, entre los creyentes y en particular entre las almas consagradas. Simplificando al máximo, podríamos formular así la situación: en el mundo encontramos un eros sin agape; entre los creyentes encontramos a menudo un agape sin eros.

El eros sin agape es un amor romántico, muy a menudo pasional, hasta la violencia. Un amor de conquista que reduce fatalmente el otro a objeto del propio placer e ignora toda dimensión de sacrificio, de fidelidad y de donación de sí. No es necesario insistir en la descripción de este amor porque se trata de una realidad que tenemos a diario ante los ojos, de la que se hace propaganda martilleante por parte de novelas, películas, series televisivas, internet, revistas llamadas «rosa». Es lo que el lenguaje común entiende, actualmente, con la palabra «amor».

Más útil para nosotros es comprender qué se entiende por agape sin eros. En música existe una distinción que nos puede ayudar a hacernos una idea: la que existe entre el jazz caliente y el jazz frío. Leí en alguna parte esta caracterización de los dos géneros, aunque no es la única posible. El jazz caliente (hot) es el jazz apasionado, ardiente, expresivo, hecho de impulsos, de sentimientos, y por tanto de cabriolas e improvisaciones originales. El jazz frío (cool) es el que se hace cuando se pasa al profesionalismo: los sentimientos se vuelven repetitivos, la inspiración se sustituye por la técnica, la espontaneidad por el virtuosismo.

Para leer el texto completo haz click aqui

Itinerario de Cuaresma – Benedicto XVI

Queridos hermanos y hermanas,

Hoy, marcados por el austero símbolo de las Cenizas, entramos en el Tiempo de Cuaresma, iniciando un itinerario espiritual que nos prepara a celebrar dignamente los misterios pascuales. La ceniza bendecida impuesta sobre nuestra cabeza es un signo que nos recuerda nuestra condición de criaturas, nos invita a la penitencia y a intensificar el empeño de conversión para seguir cada vez más al Señor.

La Cuaresma es un camino, es acompañar a Jesús que sube a Jerusalén, lugar del cumplimiento de su misterio de pasión, muerte y resurrección; nos recuerda que la vida cristiana es un «camino» que recorrer, que consiste no tanto en una ley que observar, sino la persona misma de Cristo, a la que hay que encontrar, acoger, seguir. Jesús, de hecho, nos dice: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga» (Lc 9,23). Es decir, nos dice que para llegar con Él a la luz y a la alegría de la resurrección, a la victoria de la vida, del amor, del bien. También nosotros debemos tomar la cruz de cada día, como nos exhorta una bella página de la Imitación de Cristo: «Carga con tu cruz y sigue a Jesús; así irás hacia la vida eterna. Él fue delante, llevando su propia cruz y murió por ti en la cruz para que tú lleves tu propia cruz y estés dispuesto a morir en ella. Porque si mueres con Él con Él igualmente vivirás. Y si eres su socio en la pena también lo serás en el triunfo» (L. 2, c. 12, n. 2). En la Santa Misa del Primer Domingo de Cuaresma rezaremos: Oh Dios nuestro Padre, con la celebración de esta Cuaresma, signo sacramental de nuestra conversión, concede a tus fieles crecer en el conocimiento del misterio de Cristo y de dar testimonio de él con una digna conducta de vida» (Colecta). Es una invocación que dirigimos a Dios porque sabemos que sólo Él puede convertir nuestro corazón. Y es sobre todo en la Liturgia, en la participación en los santos misterios, donde somos llevados a recorrer este camino con el Señor; es un ponernos a la escuela de Jesús, recorrer los acontecimientos que nos han traído la salvación, pero no como una simple conmemoración, un recuerdo de hechos pasados. En las acciones litúrgicas, Cristo se hace presente a través de la obra del Espíritu Santo, esos acontecimientos salvíficos se vuelven actuales. Hay una palabra-clave a la que se recurre a menudo en la Liturgia para indicar esto: la palabra «hoy»; y esta debe entenderse en el sentido original, no metafórico. Hoy Dios revela su ley y nos da a elegir hoy entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte (cfr. Dt 30,19); hoy «el Reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1,15);hoy Cristo ha muerto en el Calvario y ha resucitado de entre los muertos; ha subido al cielo y se ha sentado a la derecha del Padre; hoy se nos da el Espíritu Santo; hoy es el tiempo favorable. Participar en la Liturgia significa entonces sumergir la propia vida en el misterio de Cristo, en su presencia permanente, recorrer un camino en el que entramos en su muerte y resurrección para tener la vida.

Leer el texto completo

La Roca Presentación Multimedia

¡Hola queridos hermanos y amigos!

En esta oportunidad les compartimos esta presentación multimedia, para momentos difíciles donde nos parece que hemos fracasado, pero debemos escuchar que es lo que Dios nos dice.

A compartila  La roca

Puedes econtrar mas archivos como este en nuestra sección presentaciones multimedia