DISCÍPULO es un término que se usa para designar a una persona (aprendiz, alumno) que está aprendiendo de un maestro. No es muy utilizado en el AT. En los turnos que David estableció para los cantantes del santuario participaban “sin hacer distinción entre maestros y discípulos” (1 Cr. 25,8). En los Evangelios y los Hechos la palabra se usa más. En tiempos de Cristo se utilizaba para los seguidores de un rabí o maestro. Así, los •fariseos tenían sus discípulos (Mr. 2,18). Lo mismo que •Juan el Bautista (Mt. 11,2; Mr. 2,18; Jn. 1,35).
Jesús, aunque no oficialmente reconocido como “maestro de Israel”, era tenido por el pueblo como rabí (Jn. 1,38, 49; 3,2, 26). Sus seguidores más cercanos le daban ese tratamiento. Así, vemos establecida la relación maestro-discípulo entre ellos (“… los discípulos le insistían diciendo: «Rabbí, come.»” [Jn. 4,31]). El Señor mismo aceptó que se le llamara “Maestro” (Jn. 13,13), pero dejó muy en claro que aquellos que quisieran ser sus discípulos, tenían que reunir ciertas características, incluidas en las siguientes declaraciones: sobre la entrega absoluta a él, “Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.” (Mt. 16,24; Mr. 8,34); sobre la renuncia a todo, “«Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío…. [si no] que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.” (Lc. 14,26, 33); sobre la obediencia absoluta a su palabra, “«Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos” (Jn. 8,31); lo cual daría mucho fruto: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,… y seáis mis discípulos” (Jn. 15,7–8). Una de las características esenciales de los discípulos es el amor: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.” (Jn. 13,35).
La primera comunidad cristiana se conocía a sí misma con el nombre de “discípulos” (Hch. 6,1, 2, 7; 9,1, 10, 19, 25, 26, 36). “En Antioquía fue donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de «cristianos».” (Hch. 11,26). Posteriormente, y de manera especial en las epístolas, se usaron más los términos “hermanos”, “santos”, “fieles”, “creyentes”, etcétera.
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