Como los ángeles se convirtieron en demonios

José Antonio Fortea  (Sacerdote español y teólogo especializado en demonología)

Los demonios no fueron creados malos, sino que después de haber sido creados fueron sometidos a una prueba antes de que se les ofreciera la visión de la esencia de la Divinidad, pues antes de la prueba veían a Dios, pero no a su esencia. Podría decirse a modo de ejemplo que ellos veían a Dios como una luz, que le oían como una voz majestuosa y santa, pero que su rostro seguía sin develarse. De todas maneras, aunque no penetraran en su esencia, sabían que era su Creador.

 En esa prueba unos obedecieron y otros desobedecieron. La psicología de los ángeles atravesó por una serie de fases antes de transformarse en demonios. Al comienzo les entró la duda de que quizá la desobediencia a la Ley divina fuera lo mejor. El hecho de que haciendo uso de su libertad, voluntariamente, aceptaran la posibilidad de que la desobediencia a Dios fuera una opción a considerar ya significa un pecado en sí mismo. Al principio la aceptación de la duda constituyó un pecado venial que poco a poco fue evolucionando hacia un pecado más grave. Sus voluntades fueron alejándose de Dios y como consecuencia sus inteligencias fueron aceptando como verdadero el mal que su voluntad había escogido. Sus inteligencias fueron consolidándose en el error. La voluntad de desobedecer  se fue afianzando, haciéndose cada vez más profunda. Y sus inteligencias iban buscando cada vez más razones para que todo ello resultase cada vez más justificable.

 Cada ángel llegó a un momento en el que no sólo quiso desobedecer, sino que incluso optó por tener una existencia al margen de la Divina. Ya no era un enfriamiento del amor a Dios, ya no era una desobediencia menor a algo determinado que les resultase difícil de aceptar, sino que en la voluntad de muchos de ellos apareció la idea de un destino apartado de Dios, autónomo.

 Entraron en un proceso espiritual de auto convencerse de que Dios no era tan Dios, perseveraron en ese pensamiento iniciando un proceso de justificación sobre su autonomía, de que podía ser su creador, pero que era un espíritu más, que podría tener fallas, errores.

 Las llamadas de Dios hacia estos ángeles para que volvieran hacia El eran visto como una intrusión inaceptable hacia su libertad. En esta fase, el odio en algunos espíritus creció más y en otros menos.

 La transformación en demonios fue progresiva. Con el transcurrir del tiempo unos odiaron más, otros menos; unos se hicieron más soberbios, otros no tanto. Cada ángel rebelde fue deformándose más y más según la magnitud de los pecados y por el contrario los ángeles fieles se fueron santificando progresivamente, unos en una virtud, otros en otra. Cada ángel fiel amó con una medida de amor distinta, según su propia voluntad y según la gracia de Dios.

 La batalla acabó cuando cada uno quedó encasillado en su postura. Podían seguir discutiendo (espiritualmente hablando) exhortándose al cambio durante miles de años pero ya solo habría cambios accidentales.

 Fue entonces cuando los ángeles fueron admitidos a la presencia divina y a los demonios se les dejó que se alejaran, se les dejó en la situación de postración moral en la que cada uno se había situado.

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